sábado, 30 de marzo de 2013

PROGRAMA Nº126 29/03/2013

APERTURA

ANIMALES QUERIBLES


Por: Julio A. Guerrieri

Cuando hablamos de la extinción de los dinosaurios aparece un extraño sentimiento cercano a la tristeza. Parece asombroso que animales que hayan desaparecido hace 65 millones de años provoquen en la gente más simpatía que muchas especies actuales en peligro de extinción. Y este sentimiento se manifiesta más profundamente en las generaciones jóvenes. A casi todos niños les encantan los dinosaurios. Se fabrican juguetes de todo tipo con estos animales: desde simple muñecos de goma hasta costosos robots electrónicos. Los dinosaurios causan fascinación: cientos de películas llevadas a la pantalla en los últimos cincuenta años han sido un éxito de recaudación. Los libros ilustrados con sus figuras acaparan la venta permanente en cualquier librería. Los periódicos traen suplementos durante varios meses con dinosaurios para armar y ningún niño, joven, (y muchas veces adultos), se quieren perder ningún fascículo. Tenemos veladores con forma de brontosaurio, inflables de playa de tiranosaurio, frazadas con velocirraptores, sábanas con estegosaurios comiendo cerca de un pantano y todo lo que uno se pueda imaginar, (y comprar), relacionado con estos animales tan alejados de nosotros en el tiempo. Los museos debieron ser reacondicionados para recibir a un público ávido de información dinosauria. Qué niño no ha soñado alguna vez en ser Paleontólogo? (en mi caso particular, cuando respondía esto, los adultos pensaban que iba a ser odontólogo).
En nuestro país se han descubierto un importante número de especies nuevas de dinosaurios que han asombrado al mundo científico por su enorme tamaño: el Giganotosaurio; un depredador de mayor tamaño que el Tiranosaurio Rex, y el Argentinosaurio; un coloso que podía llegar a los treinta metros de largo y 60 toneladas de peso.
Se sostiene que la causa de la extinción de estos animales se debió a la caída de un asteroide de diez kilómetros de diámetro que impactó contra la Tierra produciendo un cambio climático global que terminó con el 70 por ciento de la flora y la fauna de nuestro planeta.
Recientemente, científicos abrieron la posibilidad de que un cometa haya sido el asesino de los dinosaurios. De una manera ú otra, seguiremos atraídos por la fuerza, la belleza y el misterio que despiertan estos animales.

Bienvenidos al 126º programa de EL TERCER PLANETA.


Y gracias por estar.


OBSERVAR EL CIELO A TRAVES DE LA RADIO


En el momento que salíamos al aire se producía la ocultación de alfa de la Libra por la Luna, interrumpimos nuestra habitual apertura y convocamos a nuestros oyentes, como siempre lo hacemos en esta sección, a salir al patio o terraza de su casa para observar el evento, lamentablemente había cierta nubosidad que generaba un halo alrededor de la Luna e impedía observar con nitidez sus bordes, tal ves en un cielo alejado de la ciudad y despejado podría haberse observado el evento a ojo desnudo a pesar de la magnitud de la estrella 2.75 en la reaparición ocurrió algo similar.


El equipo de El Tercer Planeta realizo la observación con prismáticos atento a las condiciones climáticas y pudo verificar los horarios mencionados durante el programa.


Buenos cielos........






El TEMA

La roca espacial que exterminó a los dinosaurios podría ser un cometa


La roca espacial que impactó contra la tierra hace 65 millones de años y que
, seguramente, estuvo implicada en la desaparición de los dinosaurios era probablemente un cometa especialmente veloz, según se ha apuntado esta semana en la 44ª Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria celebrada en The Woodlans, en el estado americano de Texas, según informa la BBC. Por el contrario, muchos científicos consideran que el culpable de la extinción de esta especie fue un gran asteroide que viajaba por el espacio a una velocidad relativamente baja. (Seguir leyendo)





EL LIBRO


Hoy en nuestra sección vamos a comentar un libro que jamás leímos...si..si así como lo escucha, raro no...bueno resulta que en el mismo se encuentra, formando parte del texto, una carta que es dirigida a una persona con motivo del fallecimiento de su esposo, quien la escribe relata en la misma las virtudes del extinto y además cuenta una anécdota que produce en quien escribe la misiva una especie de revelación sobre el concepto de infinito; bueno no queremos seguir abundando en detalles así que les dejamos este excelente ¿texto?, si, si creemos que es mas que una carta....(S.R)


Querida Sra.


No nos hemos encontrado, me parece, con la frecuencia suficiente para que ninguno de los dos haya podido arraigar en la memoria consciente del otro. Le ruego pues perdone cualquier impertinencia, pero no podría dejar pasar desapercibida la muerte de Richard, ni la oportunidad de añadir al suyo mi propio sentimiento de pérdida.
Dick fue el mejor y mi favorito entre los diversos “tíos” que rodearon mi infancia. Durante su estancia en Cornell fue visitante asiduo y siempre bienvenido a nuestra casa, a quien siempre se podía sacar de la conversación con mis padres y con otros adultos para hacerle derrochar atención sobre los niños. Fue a un tiempo gran compañero de juegos con nosotros y maestro que incluso entonces nos abrió los ojos al mundo que nos rodea.
El favorito de mis recuerdos es cuando teniendo yo ocho o nueve años me encontraba sentado entre Dick y mi madre, esperando a que el distinguido naturalista Konrad Lorenz, diera una charla. Estaba yo inquieto e impaciente, como les pasa a todos los niños cuando les mandan estarse quietecitos en su asiento; entonces Dick se volvió hacia mí y dijo:

— ¿Sabías que hay el doble de números que de números?

— ¡No, no los hay! —. Yo tenía una actitud defensiva de mis conocimientos, como todos los jóvenes.

— Sí, sí que los hay; te lo voy a demostrar. Di un número.

— Un millón —. Un número grande para empezar.

— Dos millones.

— Cincuenta y cuatro.

Dije unos diez números más y cada vez Dick me cantó un número que era el doble de grande. Por fin se hizo la luz.

— Ya veo. Entonces también hay tres veces más números que números.

— Demuéstralo —dijo el tío Dick.

El mencionó un número y yo dije otro tres veces mayor. Probó con otro. Volví a hacerlo otra vez. Y otra más. Entonces dijo una cifra demasiado complicada para poderla multiplicar mentalmente.

— Tres veces esa —dije yo.

— Así pues, ¿hay un número más grande que los demás? —, preguntó.

— No —repliqué.— Porque para cada número hay otro que es dos veces mayor, otro que es tres veces mayor. Incluso hay uno que es un millón de veces más grande.

— Exactamente. Y esa noción de crecimiento sin límite, de que no hay un número más grande que todos, se llama infinito.

En ese punto llegó Lorenz, y nos callamos para escucharle.

Cuando Dick se fue de Cornell dejé de verle con frecuencia. Pero él dejó conmigo brillantes recuerdos, la noción de infinitud y nuevas formas de aprender acerca del mundo. Le amé con gran afecto.

Sinceramente suyo,

Henry Bethe. Hijo de Hans Bethe premio nobel de física .

La mujer a quien le dirige la carta es la esposa del tio Dick, que no es otro que Richard Feymann cientifico estadounidense, premio nobel de física 1965
declarado deficiente mental por el ejército de los EEUU


Agregados en el final del texto para presentación en radio:

Sergio O. Rubinetti

Fuente: Para El Tercer Planeta
Historias de la Ciencia

Fuente:

“¿Qué te importa lo que piensen los demás?”, Richard P. Feynman

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