domingo, 13 de mayo de 2012

PROGRAMA Nº90 11/05/2012

APERTURA


LA BÚSQUEDA DE NOSOTROS MISMOS




Por Julio A Guerrieri


La posibilidad de la existencia de vida inteligente en el Universo además de la Tierra ha cautivado al ser humano desde siempre. En la Tierra hemos aceptado el modelo de la Evolución por Selección Natural de la Especies ideado por Charles Darwin. Y es el modelo que la Ciencia adoptó como referente para el origen de la vida fuera de la Tierra. Hace solo unas décadas, era impensable tratar de observar y menos calcular las órbitas de planetas girando en torno a otras estrellas que no fuera el Sol. En 2012 sabemos con seguridad la existencia de miles de planetas que existen en el plano de nuestra visual respecto de ellos. Si encontramos esto en una ventana de pocos grados de espesor, en el resto de la circunferencia puede haber un panorama alucinante. La idea de la vida extraterrestre crece exponencialmente no ya en filósofos y religiosos, sino en científicos y en la opinión de la gente. No hablamos de platos voladores, sino de la posible existencia de civilizaciones técnicas avanzadas que podrían tener millones de años explorando distintas regiones de nuestra enorme Vía Láctea. Y, porqué no, pensar en civilizaciones que pudieran viajar entre las galaxias del grupo local y entre los grandes cúmulos de galaxias también. Ahora con los modelos de Agujero de Gusano y otros descubrimientos que estarán por venir, estos argumentos ya no pertenecen exclusivamente a la ciencia ficción. Pero claro, aún hay muchos científicos escépticos y pesimistas sobre el tema. Y eso es bueno porque imprime mayor ahínco en la mejora de las ideas y las técnicas de observación para el resto de los Astrónomos.

Después de todo, existe una idea inquietante y profunda que tiene que ver con esta larga búsqueda y es que quizá debamos hallar a los extraterrestres . . . dentro de nosotros mismos.

Bienvenidos al 90º programa de EL TERCER PLANETA


Y gracias por estar.


LA MAQUINA DEL TIEMPO

Hoy viajamos a la península de Yucatán hace 65 millones de años y nos llevamos una síntesis del articulo del Dr.Julio Gratton para corroborar los eventos que sucedieron y provocaron una gran extinción en nuestro planeta






IMPACTO EN LA TIERRA DE UN METEORITO DE 10KM DE DIAMETRO


Al chocar con la superficie sólida de la Tierra y penetrar en el suelo, un meteorito de este tamaño se frenaría bruscamente y originaría una gigantesca explosión, equivalente al estallido de cien millones de toneladas de TNT, algo no muy distinto de la explosión de los arsenales nucleares de los Estado Unidos y la ex Unión Soviética. Poderosísimas ondas de choque fracturarían y desmenuzarían al bólido y a las rocas de la corteza en y alrededor del lugar del impacto, y los reducirían a fragmentos de todo tamaño, desde grandes bloques de varios cientos de metros hasta microscópicas partículas de polvo. Se formaría en pocos segundos una infernal caldera circular, de más de 100km de diámetro y varias decenas de kilómetros de profundidad, donde trozos grandes y pequeños de roca, junto con el polvo, gotas de roca fundida y vapores bullirían una enorme temperatura. En seguida, el contenido de la caldera saldría despedido con altísima velocidad hacia arriba y los costados del cráter. En el lugar de la explosión quedaría un enorme hueco, con un diámetro varias veces mayor que el del meteorito caído, y en su centro los vapores y el material calentando a tan alta temperatura por las ondas de choque formarían una monstruosa bola de fuego que se expandiría rápidamente, semejante –aunque muchísimo mayor- a la producida por una explosión nuclear. La intensa radiación térmica de la bola de fuego incineraría todo lo que se encontrase hasta 1000km de distancia, lo que también quedaría destruida por la violenta onda de choque que se propagaría por la atmósfera a partir del punto de la explosión. Detrás de esa onda de expansión quedaría prácticamente un vacío, de modo que, una vez atenuada, el aire que se precipitaría a llenarlo produciría un pavoroso ciclón. Los vientos huracanados avivarían los incendios provocados por la radiación y se produciría una dantesca tormenta de fuego, que devoraría un área del tamaño de un continente. En tal holocausto desaparecería cremado todo ser viviente que no hubiera sido ya calcinado por la bola de fuego o despedazado por la onda expansiva. En la atmósfera recalentada por las ondas de choque se produciría enormes cantidades de óxido de nitrógeno, hecho que tendría letales consecuencias en un plazo más largo, incluso por años, pues enturbiaría la atmósfera e interceptaría los rayos solares. Además, el óxido de nitrógeno generado por la explosión se combinaría con el agua y daría lugar a enormes cantidades de ácido nítrico. Como consecuencia, la Tierra quedaría simulada en una larga noche, debido a la opacidad del aire, cargado de polvo, hollín y espesas capas de nubes. Solo poco a poco, a medida que fueran descendiendo lentamente las partículas en suspensión, a la luz del Sol llegaría de nuevo a la superficie del planeta. Se necesitarían varios años para que terminasen de asentarse las partículas más finas y la atmósfera recuperarse su transparencia habitual. Pero mientras tanto, privadas de luz, la mayoría de las plantas habrían muerto, mientras el ácido nítrico, que se habría formado en gran cantidad en la atmósfera, descendería al suelo en forma de lluvia ácida. En los primeros meses después de la catástrofe, llovería ácido nítrico prácticamente puro sobre el 10% del globo y la acidez de las capas superficiales de los océanos alcanzaría un nivel letal para el plancton.


Adaptado de: Gratton, Julio,

"El exterminio de los dinosaurios",
Revista física, Vl, 12, 1991. Para
más detalles, pueden consultarse:
Álvarez, Louis W., "Mass extinctions
cuased by large bolid impacts",
Physics Today, Julio 1987


EL LIBRO

"LA VERDADERA HISTORIA DE LOS DINOSAURIOS" de Alan Charig, Biblioteca Científica Salvat, 190 págs.


El tema sobre los Dinosaurios parecería ser trillado por la infinidad de publicaciones existentes sino fuera por la obra del profesor Charig. Estos increíbles animales que se extinguieron hace 65 millones de años nos han dejado un increíble panorama de la Tierra en el pasado remoto, y este libro se encarga de mostrar en forma amena y sin tecnicismos toda la gigantesca familia de reptiles que la compusieron. El descubrimiento de los primeros fósiles, la larga tarea de la clasificación, los huecos existentes, su origen biológico, su repentina desaparición y los dinosaurios emplumados de hoy que pueden estar en nuestra casa, son solo algunos de los temas tratados con un atractivo hilo de continuidad por quien fuera el director del Museo Británico de Paleontología de Londres y unos de los mayores divulgadores paleontológicos del siglo XX. Un manual imperdible.

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